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¡Ya estás de vuelta! ¿No te has marchado? Perdón Radio Gracias. Perdón Radio Gracias, gracias. Adiós. La Navidad del , los japoneses tomaron Hong Kong. Tras ocultarnos unos días en un almacén Radio Radio Xiao Hong empeoró. Duanmu y yo la mandamos a un hospital. Considerando las circunstancias Radio le he dicho a Duanmu Radio que seré franco. Vds son artistas famosos, de mente abierta. Tiene Vd un tumor en el esófago. Hay que intervenir. No consentiré una operación. Un enfermo de tuberculosis no la superará. Mi hermano tuvo tuberculosis espinal Radio y no se recuperó de la operación. ¿A quién va a creer? ¿A mí o a él? No te andes con melindres. No es el fin del mundo. Firma el consentimiento. No. Pues firmaré yo. ¿Qué ha dicho? Que no había tumor. No llores. Yo tampoco Radio Radio quiero dejarte. Ven conmigo Radio Hablaré con el hospital Queen Mary. A mediodía del de enero de Radio Radio trasladaron a Xiao Hong al hospital Queen Mary Me siento bien. He comido mucho. Luo Binji Radio ¿Tienes un cigarro? ¿Tienes uno? No. Está bien. No lo quiero. ¿Tampoco fuego? Pediré uno. Bueno, bueno. Llama a la enfermera. No te agotes. Ya está. Espera, vendrá la enfermera. El hospital está vacío. Compraré cerillas. Pensaba comprar cerillas en un puestecito, pero según andaba por el centro, caí en que Radio Radio no había vuelto por Kowloon desde que la ciudad fue ocupada. Duanmu estaba con Xiao Hong y ella parecía haber mejorado, así que fui a casa a recoger mis manuscritos. Cuando la mañana siguiente Volví al hospital Queen Mary Radio Radio los japoneses lo habían ocupado, así que corrí al almacén Radio Radio y encontré una nota que Duanmu me había dejado. Había llevado a Xiao Hong al hospital francés Radio Los japoneses han tomado también el hospital francés. ¿Y Xiao Hong? Han montado una clínica en el colegio St Stephen. “Mi abuelo vivía en un pueblo sobre el río Hulan. Tenía más de sesenta años cuando yo nací. y casi setenta cuando yo tenía cuatro o cinco. Nuestra casa tenía un gran huerto. El huerto brillaba con todos los verdes y los rojos. Las flores se abrían como si se despertasen. Los pájaros volaban como si subieran al cielo. Cuando zumbaban los insectos, es como si charlasen. Todo estaba vivo. No había límite a su naturaleza. Tenían completa libertad para hacer lo que quisieran. Si una planta quería tener una fruta, lo hacía. Si no quería, entonces ni una fruta, ni un brote. Y nadie podía objetar. Pero este huerto se sellaba una vez cada año. Tras las lluvias del otoño, languidecía. Las flores amarilleaban y se ponían mustias, luego marchitaban y morían. Casi como si alguien las estrujase. Primavera, verano, otoño, invierno Radio El ciclo de las estaciones continúa como lo ha hecho desde el principio de los tiempos. Viento, escarcha, lluvia, nieve Radio Aquellos que aguantan consiguen sobrevivir. Los que no, deben tomar la salida natural. Esa salida natural no es muy buena, pues tales personas son silenciosamente Radio calladamente Radio Radio eliminados de esta vida yeste mundo.” Xiao Hong escribió “Cuentos del río Hu’an” en Radio Radio cuando la mayoría de escritores chinos Radio escribían cosas para contribuir al esfuerzo anti-japonés. Cuentos del río Hu’an no se ajustaba a las necesidades de la época. Tantas décadas después, ahora que la guerra en China queda lejos Radio Radio la gente ha descubierto que Cuentos del río Hu’an Radio Radio es como una flor inmortal que había sido sepultada por la historia. Esto que ella eligió por sí misma Radio Radio ha hecho su nombre inmortal. “Estos relatos que he escrito no son todos bonitos pero estos recuerdos me llenan. No puedo olvidarlos. Permanecen conmigo y así los he registrado aquí.” ¿Podría prestarme algún dinero hasta que Longren vuelva? Le dejaré mi anillo en prenda. Te daré dinero, Mary. Ven conmigo. ¡Vamos, ven! Te daré mucho dinero, pero sé agradable conmigo. ¡Déjeme marchar! Esa tarde me crucé con ella en el camino a Lisse. ¿Dónde vas, María? No tengo nada que comer en casa. Voy al pueblo a empeñar mi anilllo. Así podremos ir tirando hasta que Longren vuelva. No vayas. Va a llover y te empaparás. Ven conmigo. Tengo algo de pan. Muchas gracias, vecina. Pero tú ya me has ayudado mucho. Mejor empeño el anillo. Fue la lluvia y el frío lo que la mató. Neumonía, dijo el doctor. La pobre murió una semana después. Gracias, vecina. Ahora cuidaré a la niña yo mismo. Yo te diré, déjame que te diga Radio Radio cómo se iza una vela en mitad de una galerna. ¿Cogeré yo el timón? ¿Lo cogerás tú? Cazaré la escota, cazaré la escota. Cazaré la escota. ¿Ya te vas? Sí, tengo que ir a Lisse. El tendero me espera. Vuelve pronto, padre. Sí, hija. ¡Pero esto no es nada! No puedo darle más. Me ha llevado una semana de trabajo hacer este barco. ¡Mire lo fuerte que es! Puede llevar a quince hombres. Le doy bastante, Longren. ¡Váyase! ¡Oh, inútil! Has dejado la barca en el embarcadero otra vez. ¿Quieres que el mar la rompa en mil trozos? ¡Llama a los pescadores! ¡Maldito haragán! ¡Longren! ¿A qué espera? ¡Me arrastra mar adentro! ¡Lánceme un cabo! ¡Ayúdeme! ¡Longren! Olvide lo pasado. ¡Le pagaré! ¡Todo lo que necesite! Mary también te pidió que la ayudaras. No he olvidado eso, Manners. Padre Radio ¡has vuelto tan pronto! ¿Por qué no estás dormida? Estaba esperándote. Vete a dormir. ¿Qué haces, padre? He hecho un mal juguete, Assol. Ahora vete a dormir. Padre Radio ¡Artur! ¡La institutriz! Betsy, ocúltame, por favor. Betsy, ¿has visto al joven conde? No, Mademoiselle. ¡Betsy! No, Mademoiselle. Raro. Muy raro. ¡Artur! ¡Poldychoke, querido! ¿Qué tienes ahí? ste es su nuevo bergantín, noble joven Robin Hood. Tranquilo, tranquilo. Ningún pirata con enaguas encontrará nuestro barco. Poldychoke, ¡eres tan bueno! Capitán, el pilotol Poldychoke espera su orden para levar anclas. ¡Zarpemos! ¡Sí, señor! Poldychoke, ¿cómo llamaremos al bergantín? ¿Qué le parece “Maria Stella”? “Maria Stella” Radio “Maria Stella” Radio ¿Navegaste alguna vez en él? Sí. Cuéntamelo. Fue hace mucho tiempo. Yo era un joven marinero cuando me embarqué en mi primer viaje Radio desde Singapur a Vancouver. ¿A Vancouver? Sí. Llevábamos un cargamento de índigo. Fue un viaje difícil. Las tormentas parecían conjurarse para hundir el “Maria Stella”. Sólo sobrevivimos unos cuantos. Pero en cuanto nos izaron a bordo Radio nos atacaron unos piratas. ¡A ellos, muchachos! ¡Caramba! ¡Piloto, yo me enfrentaré con éste! ¡Bill, quédate donde estás! ¡Yo me encargaré del capitán! ¡Pirata! ¡Tira el arma! Al fin lo encuentro, Artur. Muy bien. En vez de estudiar los verbos irregulares, se sube al ático como un ladrón, para hacer Dios sabe qué. No hacíamos nada malo. ¿Y qué es este antifaz ridículo? ¿Y este sombrero con ala de gallo? Mírese. ¡Parece un rufián! No soy un rufián. Soy Robin Hood, el Jefe de los Bandoleros. ¡Cielos! ¡Lo que me faltaba! ¡Y esto sucede en el castillo de Lionel Grey! Vamos, institutriz Radio No exagere. Habrá que hablar seriamente con usted, Poldychoke. Parece olvidar que su lugar está en el sótano. Artur, vaya a la galería de arte. Todos están allí esperándolo. Extraño. Vamos, Artur, dese prisa. Su padre va a castigarnos, capitán.

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